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Que son las celulas de la glia
Sistema nervioso central
Las glías son células no neuronales (es decir, no nerviosas) del cerebro y del sistema nervioso. Existen varios subtipos de células gliales, como los astrocitos, los oligodendrocitos y la microglía, cada uno de los cuales está especializado en una función concreta.
La glía no dispara potenciales de acción y, por ello, antes se consideraba que era poco más que un servicio doméstico que garantizaba el buen funcionamiento de las neuronas. Esta visión está cambiando, y los astrocitos, en particular, se reconocen como componentes clave de las sinapsis que pueden influir en la forma en que procesamos la información.
Barrera hematoencefálica
Las glías, también llamadas células gliales o neuroglías, son células no neuronales del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y del sistema nervioso periférico que no producen impulsos eléctricos[1]. Mantienen la homeostasis, forman la mielina en el sistema nervioso periférico y proporcionan apoyo y protección a las neuronas[2] En el sistema nervioso central, las células gliales incluyen los oligodendrocitos, los astrocitos, las células ependimarias y la microglía, y en el sistema nervioso periférico las células de Schwann y las células satélite. Tienen cuatro funciones principales: (1) rodear a las neuronas y mantenerlas en su sitio; (2) suministrar nutrientes y oxígeno a las neuronas; (3) aislar una neurona de otra; (4) destruir los patógenos y eliminar las neuronas muertas. También desempeñan un papel en la neurotransmisión y las conexiones sinápticas,[3] y en procesos fisiológicos como la respiración[4][5][6] Si bien se creía que la glía superaba en número a las neuronas en una proporción de 10:1, estudios recientes que utilizan métodos más nuevos y la reevaluación de las pruebas cuantitativas históricas sugieren una proporción general de menos de 1:1, con una variación sustancial entre los diferentes tejidos cerebrales[7][8].
Células gliales frente a neuronas
Las células gliales fueron identificadas por primera vez por los principales neurocientíficos del siglo XIX, como Rudolf Virchow, Santiago Ramón y Cajal y Pío del Río-Hortega. En aquella época, se sugirió que la glía funcionaba únicamente como el llamado «Nervenkitt» (palabra alemana que significa pegamento nervioso). Esto también se refleja en el nombre «célula glial», derivado de la antigua palabra griega «glía» que significa «pegamento» en inglés. Con el tiempo, los científicos empezaron a especular sobre otras posibles funciones de estas células. Aunque se han realizado muchos estudios para especificar estas funciones adicionales, las propiedades completas de las células gliales siguen sin resolverse. Además, las células gliales son cualquier cosa menos una fracción celular menor, ya que constituyen -dependiendo de la especie de mamífero- entre el 33 y el 66% de la masa cerebral total (Azevedo et al., 2009; Herculano-Houzel, 2014). Hallazgos recientes han dejado claro que las células gliales son algo más que simples «Nervenkitt». La población total de células gliales puede subdividirse en cuatro grandes grupos (1) microglía, (2) astrocitos, (3) oligodendrocitos y (4) sus progenitores NG2-glía. Esta revisión se centrará en la investigación de las últimas décadas sobre el papel de estos cuatro tipos principales de células gliales en relación con la función del cerebro adulto.
Célula
Las glías, también llamadas células gliales o neuroglías, son células no neuronales del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y del sistema nervioso periférico que no producen impulsos eléctricos[1]. Mantienen la homeostasis, forman la mielina en el sistema nervioso periférico y proporcionan apoyo y protección a las neuronas[2] En el sistema nervioso central, las células gliales incluyen los oligodendrocitos, los astrocitos, las células ependimarias y la microglía, y en el sistema nervioso periférico las células de Schwann y las células satélite. Tienen cuatro funciones principales: (1) rodear a las neuronas y mantenerlas en su sitio; (2) suministrar nutrientes y oxígeno a las neuronas; (3) aislar una neurona de otra; (4) destruir los patógenos y eliminar las neuronas muertas. También desempeñan un papel en la neurotransmisión y las conexiones sinápticas,[3] y en procesos fisiológicos como la respiración[4][5][6] Si bien se creía que la glía superaba en número a las neuronas en una proporción de 10:1, estudios recientes que utilizan métodos más nuevos y la reevaluación de las pruebas cuantitativas históricas sugieren una proporción general de menos de 1:1, con una variación sustancial entre los diferentes tejidos cerebrales[7][8].