Perdona que entre sin llamar

Cómo responder a una disculpa cuando aún estás herido

La Oración del Pecador (también llamada Oración de Consagración y Oración de Salvación) es un término cristiano evangélico que se refiere a cualquier oración de arrepentimiento, rezada por individuos que se sienten convencidos de la presencia del pecado en sus vidas y tienen el deseo de formar o renovar una relación personal con Dios a través de Jesucristo. Es una oración muy popular en los círculos evangélicos[1]. No pretende ser litúrgica como un credo o un confiteor, sino que pretende ser un acto de conversión inicial al cristianismo. Mientras que algunos cristianos consideran que recitar la oración del pecador es el momento que define la propia salvación, otros la ven como un paso inicial en el camino de la fe de toda la vida[2][3].

También puede rezarse como un acto de «re-compromiso» para aquellos que ya son creyentes en la fe. A menudo, al final de un servicio de adoración, en lo que se conoce como un llamado al altar, un ministro u otro líder de adoración invitará a aquellos que desean recibir a Cristo (naciendo así de nuevo) a repetir con él o ella las palabras de alguna forma de la oración del pecador. También se encuentra con frecuencia en los folletos evangélicos impresos, instando a la gente a «repetir estas palabras desde el fondo de su corazón»[4].

Disculpas

Muestre su preocupación sin rebajarse diciendo «gracias». Por ejemplo, si un proyecto se retrasa, sáltate las excusas («Siento mucho no tener esto para ti todavía») y cámbialo: «Gracias por tu paciencia mientras navegamos por este proyecto, lo tendrás el viernes de la semana que viene». Recupera tu poder asumiendo tu situación, dejando de lado la triste historia y dando un simple gracias. – Heather Murphy, Authentically: Business & Life Solutions

Pedir perdón como respuesta ocasional y sincera a una decepción puede ser muy eficaz en el trabajo o en casa. En el mejor de los casos, demuestra humildad y pide expiación. Pero su uso excesivo puede ser percibido como una excusa. Añada la búsqueda activa de una corrección y una recuperación inmediatas al momento en que quiera utilizar la palabra «lo siento». La acción para reparar y recuperar puede ser una alternativa positiva a la palabra «lo siento». – John M. O’Connor, Career Pro Inc.

«Lo siento» puede convertirse en una declaración sin sentido. Un gran sustituto de «lo siento» es «deseo». Esta afirmación es una afirmación principal que pone el foco en lo que va a ocurrir o en lo que ambas partes desearían que ocurriera. Permite al oyente sentirse escuchado y conocer el corazón del hablante. Con esta afirmación, el orador puede pasar a la resolución. – Ken Gosnell, Director General de Experiencia

Ejemplos de disculpas sinceras

Perdonar: es una práctica desafiante; quizá ningún otro mandato de Jesús sea más difícil de obedecer. Y es muy poco intuitivo. ¿Por qué dar a alguien un nuevo comienzo después de que te haya herido profundamente? ¿Por qué no tomar represalias y quitarle la manzana?

En las últimas semanas hemos estado destacando las virtudes de la resurrección que San Pablo recomienda como atuendo diario apropiado para los que han resucitado con Jesucristo. En conjunto, estas prácticas conforman, por así decirlo, todo el «vestuario de Pascua» de la comunidad cristiana.

En la columna de esta semana consideramos la práctica de Cristo de perdonar a otros que nos han hecho daño. Es una práctica desafiante; quizás ningún otro mandato de Jesús sea más difícil de obedecer. Y es muy poco intuitivo.    ¿Por qué dar a alguien un nuevo comienzo después de que te haya herido profundamente? ¿Por qué no tomar represalias y quitarle la manzana?

El acto de perdonar implica dejar libre a la otra persona cuando no lo merece.    El Evangelio de Jesús no llama nunca a dar un rodeo a la justicia cuando se perdona a otro. La ética cristiana pide que el perdón pase por la justicia y vaya más allá de ella. Ese mismo Evangelio requiere que los seguidores de Jesús pongan su corazón en no guardar rencor contra el otro, en no albergar mala voluntad, en no desear nada más -o menos- que lo mejor de Dios para el otro.

Qué hacer cuando alguien no quiere pedir perdón

Dado que el perdón es un requisito absoluto para alcanzar la vida eterna, el hombre naturalmente reflexiona: ¿Cuál es la mejor manera de conseguir ese perdón? Uno de los muchos factores básicos destaca inmediatamente como indispensable: Uno debe perdonar para ser perdonado.  [Spencer W. Kimball, El milagro del perdón (Salt Lake City: Bookcraft, 1969), p. 261].

Gracias, presidente Bateman, por presentarme y por permitirme el privilegio de presentar a dos estudiantes de la Universidad Brigham Young que ofrecerán un dúo vocal a capela para preparar el escenario para mis comentarios sobre el perdón a los demás.

David y Michael Foutz cantarán «Lord, I Would Follow Thee», un himno que destaca nuestra necesidad de emular al Salvador y, en particular, nuestra necesidad de «abstenernos de juzgar injustamente, de sanar y consolar» (Karen Lynn Davidson, Our Latter-day Hymns: The Stories and the Messages [Salt Lake City: Deseret Book, 1988], p. 231). David y Michael son hermanos y descendientes directos del obispo Jacob Foutz, a quien dispararon y dieron por muerto en la masacre de Haun’s Mill, en Missouri, en octubre de 1838. Según un relato escrito por la esposa de Jacob, Margaret Mann Foutz, después de la masacre Jacob y otro hermano sobrevivieron dibujando cadáveres sobre sí mismos y fingiendo la muerte.