Historia de la habana vieja

Historia de la habana vieja

la habana vieja

La Habana Vieja es el centro de la ciudad y uno de los 15 municipios que forman La Habana, Cuba. Tiene la segunda mayor densidad de población de la ciudad y contiene el núcleo de la ciudad original de La Habana. Las posiciones de las murallas originales de La Habana son los límites modernos de La Habana Vieja.

En 1982, La Habana Vieja fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, por su singular arquitectura barroca y neoclásica, sus fortificaciones y su importancia histórica como parada en la ruta hacia el Nuevo Mundo[3]. Un año después se inició una campaña de salvaguardia para recuperar el carácter auténtico de los edificios.

La Habana fue fundada por los españoles el 16 de noviembre de 1519 en el puerto natural de la Bahía de La Habana. Se convirtió en un punto de parada para los galeones españoles cargados de tesoros en la travesía entre el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo. En el siglo XVII fue uno de los principales centros de construcción naval. La ciudad fue construida en estilos barroco y neoclásico. Muchos edificios han caído en la ruina en la segunda mitad del siglo XX, pero algunos están siendo restaurados. Las estrechas calles de La Habana Vieja albergan muchos edificios, quizás hasta un tercio de los aproximadamente 3.000 edificios que se encuentran en La Habana Vieja. Es la antigua ciudad formada por el puerto, el centro oficial y la Plaza de Armas.

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Fundada en 1519 con el nombre de Villa de San Cristóbal de La Habana, La Habana Vieja es el centro histórico de la capital cubana. En aquella época, los viajes entre el Viejo y el Nuevo Mundo por mar significaban que los galeones españoles pasaban por la isla de Cuba, y La Habana se convirtió rápidamente en uno de los mayores centros de construcción naval de la época.

Gran parte de La Habana Vieja se construyó durante el periodo colonial español, lo que queda patente en la arquitectura barroca y neoclásica de la ciudad. La Habana Vieja está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y muchos de los edificios que quedaron en ruinas tras el periodo colonial están siendo restaurados para recuperar su estado y aspecto anteriores.

La ciudad fue incendiada por el pirata francés Jacques de Sores después de capturar la ciudad en sus primeros días, y fue después de este incidente que los españoles construyeron las murallas y fortalezas que todavía se pueden ver en la zona hoy en día.

El Castillo de la Real Fuerza, la primera fortaleza de la ciudad, se construyó en 1558; el Castillo del Morro, construido en 1587, y San Salvador de la Punta, entre otros, son todos ellos magníficos ejemplos arquitectónicos de la arquitectura militar cubana, y cada uno tiene una historia única que no debe perderse.

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1Las representaciones actuales de la cultura tangible e intangible en la imagen de la ciudad de La Habana forman parte de una nueva política de identidad en Cuba que comenzó en 1994 con los primeros esfuerzos de planificación de la ciudad.1 Las representaciones son el producto de un proceso histórico y político, un programa de selección, supresión y omisión deliberada que expresa una «elección patrimonial interpretativa» (Bhabha 2006: 9). Retomo el concepto de Homi Bhabha para analizar las nuevas dinámicas de valoración y devaluación en el marco de las producciones patrimoniales en La Habana desde 1994, y considerar lo que significa, en términos concretos, «apropiarse» o «alienar» (Bhabha 2006: 9) representaciones específicas de culturas y sociedades según los contextos históricos, sociales y científicos dominantes.

2¿Hasta qué punto los lugares y objetos que la UNESCO denomina Patrimonio Cultural de la Humanidad son producto de una mezcla de ciencia y política, conocimiento y poder? ¿Hasta qué punto representan restos de lo que se creó mediante procesos de colonización o, en otras palabras, hasta qué punto la erudición, en particular la antropología y la historia, ha informado sobre lo que se declara digno de ser conservado y presentado? ¿Hasta qué punto este «patrimonio cultural» elegido puede atribuirse a las políticas científicas y culturales, incluidas las de la propia UNESCO (cf. Csáky 2005; Pichler y Kreff 2009)?

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Mientras que el rostro de Guevara ha adornado miles de camisetas y el fantasma de Castro sigue acechando en innumerables vallas publicitarias de La Habana, el legado de Leal es más sutil. En Cuba, goza de un gran respeto. Fuera del país, pocos han oído hablar de él. Sin embargo, a lo largo de cinco décadas, este modesto académico transformó La Habana Vieja de un tugurio en ruinas en uno de los mejores proyectos de restauración de América.

El genio de Leal no fue sólo lo que hizo, sino cómo lo hizo. La evolución de La Habana, que pasó de ser un adefesio descuidado a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, fue innovadora en más de un sentido. Al rehabilitar el núcleo colonial de La Habana, Leal no sólo salvó lo mejor de la arquitectura de la ciudad, sino que también ayudó a resucitar la economía cubana e impulsar la decaída infraestructura de la capital con una serie de proyectos sociales. La tarea habría sido muy difícil en cualquier lugar, pero llevada a cabo durante la austeridad que asoló a Cuba tras la desaparición de la Unión Soviética, no fue nada menos que un logro.