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Francisco de zurbarán obras
Obras de arte de francisco de zurbarán
Francisco de Zurbarán (/ˌzʊərbəˈrɑːn/ ZOOR-bə-RAHN, español: [fɾanˈθisko ðe θuɾβaˈɾan]; bautizado el 7 de noviembre de 1598 – 27 de agosto de 1664[3]) fue un pintor español. Es conocido principalmente por sus pinturas religiosas que representan a monjes, monjas y mártires, y por sus bodegones. Zurbarán se ganó el apodo de «Caravaggio español», debido al uso contundente del claroscuro en el que destacó.
Zurbarán nació en 1598 en Fuente de Cantos, Extremadura; fue bautizado el 7 de noviembre de ese año[5][6][7] Sus padres fueron Luis de Zurbarán, merceros, y su esposa, Isabel Márquez[6][7] En su infancia se dedicó a imitar objetos con carbón. En 1614 su padre le envió a Sevilla para que fuera aprendiz durante tres años de Pedro Díaz de Villanueva, artista del que se sabe muy poco[8].
Hacia 1630 fue nombrado pintor de Felipe IV, y se cuenta que en una ocasión el soberano puso su mano sobre el hombro del artista, diciendo «Pintor del rey, rey de los pintores». A partir de 1640 su estilo austero, áspero y duro fue comparado desfavorablemente con la religiosidad sentimental de Murillo y la reputación de Zurbarán decayó.
Pablo picasso
La historiadora de arte Odile Delenda «En pleno dominio de sus facultades, Zurbarán adaptó sus dones especiales a las exigencias de sus clientes, conservando al mismo tiempo sus propias cualidades personales: una asombrosa plasticidad de las formas, una armonía cromática y un sabio despliegue de los efectos luminosos». 2 de 3
Odile Delenda, historiadora del arte «Liberado de las presiones de la moda por sus mecenas eclesiásticos y monásticos, pudo buscar la quintaesencia de su fe. Más que ningún otro pintor español, Zurbarán captó el ideal de un cristianismo viril y ascético que no cuestionaba ni la devoción a los poderes celestiales ni sus recompensas milagrosas. En sus cuadros, las abstracciones de la fe se hicieron increíblemente reales mediante un proceso artístico que sigue siendo continuamente fascinante.» 3 de 3
Jusepe de ribera
Entre la marcha de Velázquez a Madrid en 1623 y el ascenso de Murillo en la década de 1650, Zurbarán fue el principal pintor de Sevilla. Sus cuadros fueron pintados en su mayoría para órdenes religiosas españolas. El estilo distintivo de Zurbarán está influenciado por el realismo de Caravaggio y sus seguidores. Zurbarán nació en Fuente de Cantos, cerca de Badajoz. En 1617, tras formarse en Sevilla, regresó a Llerena, en su provincia natal. En 1629 estaba de vuelta en Sevilla, donde se convirtió en pintor oficial de la ciudad.En 1634 estaba en Madrid pintando mitologías para el Buen Retiro, el nuevo palacio de Felipe IV, quizás por intervención de su amigo Velázquez. Sus últimos años no fueron tan exitosos y murió en Madrid en la pobreza.
En este pequeño e íntimo cuadro, los objetos cotidianos parecen monumentales y adquieren una intensidad mística. Sobre una mesa o repisa, una taza de agua de cerámica con asas delicadamente curvadas se sitúa en el centro de un plato de plata. Una rosa sin espinas, en plena floración, se balancea en el borde del plato.
El greco
Francisco de Zurbarán (/ˌzʊərbəˈrɑːn/ ZOOR-bə-RAHN, español: [fɾanˈθisko ðe θuɾβaˈɾan]; bautizado el 7 de noviembre de 1598 – 27 de agosto de 1664[3]) fue un pintor español. Es conocido principalmente por sus pinturas religiosas que representan a monjes, monjas y mártires, y por sus bodegones. Zurbarán se ganó el apodo de «Caravaggio español», debido al uso contundente del claroscuro en el que destacó.
Zurbarán nació en 1598 en Fuente de Cantos, Extremadura; fue bautizado el 7 de noviembre de ese año[5][6][7] Sus padres fueron Luis de Zurbarán, merceros, y su esposa, Isabel Márquez[6][7] En su infancia se dedicó a imitar objetos con carbón. En 1614 su padre le envió a Sevilla para que fuera aprendiz durante tres años de Pedro Díaz de Villanueva, artista del que se sabe muy poco[8].
Hacia 1630 fue nombrado pintor de Felipe IV, y se cuenta que en una ocasión el soberano puso su mano sobre el hombro del artista, diciendo «Pintor del rey, rey de los pintores». A partir de 1640 su estilo austero, áspero y duro fue comparado desfavorablemente con la religiosidad sentimental de Murillo y la reputación de Zurbarán decayó.